Brasilia, 21 abr (Prensa Latina) Cual sueño innovador de ciudad, cimentada de futuro y hermosas formas, Brasilia quedó inaugurada como capital de Brasil un día como hoy, pero de 1960.
Antes de la llamada Ciudad Planificada, Brasil tuvo dos capitales desemejantes: Salvador de Bahía, de 1534 hasta 1763, y Río de Janeiro que fungió desde esa última fecha a 1960.
La ilusión y el traslado de la capital a Brasilia fue una de las decisiones de mayor impacto en la historia del Congreso Nacional, que comenzó a escribirse en la provincia de Río el 17 de abril de 1823, cuando se abrió la primera sesión preparatoria de la Asamblea General, Constituyente y Legislativa del Imperio.
En esa época, la propuesta del naturalista José Bonifacio de Andrada e Silva de trasladar la capital fue retomada, cuando escribió un documento a los diputados de Sao Paulo que participaron en las Cortes de Lisboa (1821).
Sugirió el nombre de Petrópolis o Brasilia para la nueva capital.
El principal argumento de Andrada e Silva, que llegó a ser conocido como el Patriarca de la Independencia después de 1822, era que Río estaba en constante riesgo de invasión, saqueo y pillaje por parte de los corsarios franceses.
Sin embargo, la idea de la transferencia quedó congelada por casi siete décadas y solo la Constitución de 1891 la revivió al esbozar la búsqueda de una zona de 14 mil 400 kilómetros cuadrados en el Planalto Central para establecer la futura capital federal.
Pero nuevamente la iniciativa quedó sepultada un poco más de medio siglo hasta que el médico, policía militar y político Juscelino Kubitschek abrazó el poder entre 1956-1961 y retomara los planes para reubicar el centro del poder desde Río hacia una despoblada meseta central con un plano sobrio y magistrales volúmenes arquitectónicos.
La construcción de la nueva capital comenzó en abril de 1956, bajo el mando de Kubitschek con la creación de la Compañía Urbanizadora de la Nueva Capital (Novacap) y el proyecto de ley dos mil 874.
El Gobierno presentó entonces la licitación pública para la construcción del Plan Piloto y el urbanista, arquitecto y profesor Lúcio Costa ganó el proyecto urbanístico que partió del trazado de dos ejes que se cruzan en ángulo recto como la señal de la cruz.
Uno de estos ejes conduce a las zonas residenciales, estando ligeramente inclinado, lo que da a la cruz la forma de un avión; el otro, llamado Monumental, de 16 kilómetros de longitud, alberga los edificios públicos y palacios del Gobierno Federal en el lado este.
En el centro la estación de autobuses y la torre de televisión y en el lado oeste los edificios del Gobierno del Distrito Federal.
Durante más de mil días, unos 60 mil trabajadores se ubicaron en la región y, capitaneados por Costa y el reputado arquitecto Óscar Niemeyer, dieron forma a una ciudad en la cual quedaron claras las funciones de cada espacio al definirse los sectores de trabajo, vivienda, servicios y ocio, en armonía con la naturaleza.
Las obras de Niemeyer, en especial los edificios públicos (los palacios Itamaraty, del Planalto, de la Alvorada, así como la Catedral de Brasilia, Congreso Nacional, entre otras) contribuyeron a que el 7 de diciembre de 1987 Brasilia fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Desde el sábado, la Explanada de los Ministerios acoge una maratón de distracciones para todos los gustos y estilos, y este lunes cierra la conmemoración por los 65 años de Brasilia con un espectáculo de fuegos artificiales.
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