El evento teórico El cubanísimo Trío Matamoros, espacio de reflexión del Festival MatamoroSon desarrollado en el Centro de Interpretación del Patrimonio Musical Cubano “Monte Sonoro”, en Santiago de Cuba, ahondó en el alcance musical en particular, y cultural en general, de la agrupación formada por Miguel, Siro y Cueto.
Yaneidis Hechavarría, presidenta de la Asamblea Municipal del Poder Popular en Santiago de Cuba; Odexa Fuentes. Coordinadora de eventos de la Gobernación, y otros directivos de instituciones, organismos y organizaciones asistieron a la apertura del espacio.
Dos exposiciones bajo el mismo nombre: El cubanísimo Trío Matamoros, quedaron abiertas para la ocasión: una, dedicada a la fotografía sobre el grupo, con imágenes desde los primeros años hasta el final; y otra, consagrada a la discografía y al sonido del grupo.
Las muestras fueron inauguradas por la Dra.C. Yaumara López Segrera, luego de las palabras de apertura del evento, a cargo de la Dra.C. Aida L. Morales Tejeda, todo lo cual dio paso a la conferencia inicial que ofreció el arquitecto y M.Sc. Omar López Rodríguez, director de la Oficina del Conservador de la Ciudad (OCC), entidad que organizó el espacio teórico del festival.
La intervención de López Rodríguez fue, esencialmente, sobre la historia de la formación del Trío Matamoros, y sobre aspectos de la vida y obra de cada uno de sus integrantes.
Minutos antes de su conferencia, y en una suerte de síntesis sumamente abreviada, Omar señaló al periódico Sierra Maestra:
“… las piedras rodando se encuentran” y Miguel Matamoros, Siro Rodríguez y Rafael Cueto eran tres piedras rodando por la ciudad (piedras “preciosas” aunque ellos no lo sabían aún. NR); cada uno con sus intereses y oficios: Miguel, chofer; Cueto, sastre; Siro, herrero. Pero los tres con una intensa vocación musical”.
Rememoró el director de la OCC, cómo el 8 de mayo de 1925 era el cumpleaños de Miguel y al hacer de todo buen santiaguero, invitó a los amigos a “descargar” entre cuerdas y ron, en su casa de Carretera del Morro.
Explicó que cuando Cueto, que tocaba con Miguel en el Trío Oriental, va para casa de Matamoros se encuentra por las calles de Santiago de Cuba a Siro y este le dice que quiere conocer a Miguel, de quien ha oído hablar pero nunca ha visto.
Llegan, Cueto los presenta, Miguel los invita a entrar y va en busca de su guitarra porque Cueto ya tiene la suya, y empiezan a tocar “Reclamo místico”. Entonces Siro se pone al lado de Miguel y le hace la voz segunda.
“Ese fue –dice Omar- el momento mágico. Parece que bajaron los ángeles”.
Asegura López como resultado de sus pesquisas, que los presentes se quedaron asombrados ante aquellas voces y el sonido y el ritmo que salía de aquellos instrumentos en manos de los tres jóvenes santiagueros.
Ahí, en la emblemática Carretera del Morro cerca de Trocha (en una vivienda aún por definir su ubicación) nació el Trío Matamoros el 8 de mayo de 1925, precisamente en el cumpleaños 31 de Miguel.
Hace un siglo que ocurrió ese momento extraordinario; instante mágico que duró 35 años, pues la última presentación oficial del grupo se produjo el 10 de mayo de 1960, aunque oficialmente el trío dejó de existir en 1971, al morir Don Miguel.
A lo largo de la historia de la música está más que comprobado, que sucesos como el Trío Matamoros ocurren casi al azar: que coincidan voces “hechas” para juntas cantar y que “suenen” así; que dos guitarras y maracas logren una cadencia que asemejen una orquesta; que esté sumado a ellos, una genialidad en la creación de textos abarcadores de tantos géneros musicales y que parezcan letras dictadas por seres divinos… todo eso casi jamás se logra si uno trata de forzar la unión del talento. Queda entonces nuestra afirmación: es obra del azar.
¿Quiere otros ejemplos de buenas voces, imbricadas solo porque la casualidad las unió? Los Zafiros, que ni música sabían; The Beatles, que en sus inicios no pasaban de poner tres acordes y hasta el final aseguraban, que apenas sabían leer un pentagrama. Y hay más casos así.
También, usted habrá escuchado a dos o tres “monstruos” individuales de la canción, interpretar juntos algún tema y al terminar uno piensa: “son estrellas pero no se escuchaban estelarmente”. Y es eso, sencillamente: no hubo empaste genial ni en voces ni en instrumentos.
Por eso lo del Trío Matamoros, un siglo después deja a uno absorto en sus pensamientos: ¡Qué cadencia; qué “tumbao” en dos guitarras nada más! ¡Qué voces para sonar acopladas, afinadas, tan definidas! ¡Qué empaste vocal! ¡Qué letras tan bien concebidas para cada ocasión! El azar los unió para no separarlos más… ni con la muerte porque siguen ahí, inconmovibles en la cima.
Estos tres santiagueros: Siro, Cueto y Miguel son ídolos en Cuba y en muchos países del mundo; ellos fueron, además, los primeros embajadores de la música cubana en el extranjero.
Visitas: 13