Un radioaficionado en el Moncada: Dr. Mario Muñoz Monroe

Es difícil que algún cubano en cualquier lugar del mundo, no conozca los hechos del 26 de julio de 1953 en el cuartel Moncada, en Santiago de Cuba;  más fácil es encontrarlo que no sepa de muchos de los nombres de aquellos protagonistas, y más difícil aun, es hallar quienes sepan que entre ellos, había un radioaficionado: el Dr. Mario Muñoz Monroy, que nacido en Colón (Matanzas) el 26 de julio de 1912, fue uno de los mártires en esa hazaña, el mismo día en que estaba cumpliendo 41 años de edad.

Hijo del fotógrafo Marcelino Muñoz Urra, natural de Roque (Colón), y de Catalina Monroy Artiles, nacida también en Colón, vivían en un bohío con la familia de Marcelino, sembrando plátanos y piñas y elaborando carbón vegetal.  Los tres primeros hijos murieron… y nació Mario quien, emprendedor, lograría poner un puesto de frutas en Colón, donde con un amigo catalán fotógrafo ambulante, se hizo fotógrafo y estableció un estudio que llamó Foto Muñoz en la calle Martí # 85 frente al parque Libertad, el lugar más céntrico de Colón.

Comenzó su primera enseñanza en 1918 en la escuela pública José de la Luz y Caballero, en Colón, alumno de Español y Preceptiva de la prestigiosa Heriberta Martínez Martínez (1895-1991, esposa de José Agustín Cartaya Caro, educador dueño del colegio Colón), destacada en esa generación de educadores que incentivó en sus estudiantes las mejores tradiciones patrióticas y locales, por lo que otros discípulos suyos figuran en el martirologio de la lucha clandestina cubana; a Mario, su eterno colaborador en sus Cenas Martianas con cuya familia desarrolló relaciones afectivas desde la década de 1910, , lo quería como a un hijo, y admiraba su calidad humana y vergüenza política. La calle en que vivía # 71 se llamaría en la Revolución Mario Muñoz, y fallecería en el hospital Mario Muñoz, en Colón; el primero construido tras 1959.

La enseñanza media la inició Mario en 1925 (septiembre 21) en el colegio José Martí, del profesor José Antonio Silva, Colón, adscrito al Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas, colegio que su dueño trasladaría a Matanzas en 1930 (mayo 22), donde continuó el bachillerato a partir de 3er. Año. El cuarto y último año lo cursó en el Instituto # 1 de La Habana durante la llamada “Revolución del 33” que finalizaba la dictadura de Gerardo Machado, contexto en que tuvo sus primeras inquietudes políticas colaborando con el Directorio Estudiantil Revolucionario, distribuyendo en Colón las publicaciones Alma Máter y Cuba Libre. Graduado en Ciencias y Letras el 28 de agosto de 1934, el 24 de diciembre de 1934 matriculó Medicina en la Universidad de La Habana, curso académico 1934-1935.

Fue uno de los líderes de la huelga general de marzo de 1935 repudiando al gobierno de Carlos Mendieta que sustentaba Fulgencio Batista, colaborando con los obreros y estudiantes que detenían los ómnibus en la Carretera Central a la entrada de Colón, para sumarlos a la huelga. El 5 de marzo de 1936 matriculó por segunda vez en la Universidad de La Habana, y el 18 de junio de 1939 comenzó a trabajar de enfermero interino en el pabellón de siquiatría de la clínica Covadonga, en El Cerro habanero.

El 5 de febrero de 1942 hizo su ejercicio de grado de Medicina con nota sobresaliente, graduándose el 16 de marzo como Doctor en Medicina, y de inmediato comenzó a ejercer como médico en Colón. El 8 de marzo de 1943 fue designado médico de la Casa de Socorros de Colón en beneficio de la población, que tanto lo admiraba y quería, pero renunciaría a su puesto indignado cuando politiqueros del Partido Auténtico le propusieron que usara su cargo de médico oficial para captar votos en las elecciones, y designado radiólogo del hospital San Fernando de Colón (1947, julio 17), de nuevo por su honradez frente a los oportunistas.

El 5 de agosto de 1944 nació su primogénita Dinorah, y a finales de 1945 alquiló una mayor casa, a la que se mudó con su familia en la calle Diago # 53, hoy calle Mario Muñoz. En 1948 ingresó en el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) que intentó mantener tras el suicidio público de su líder Eduardo Chivás (1951, agosto 16), mientras era elegido presidente del Colegió Médico de Colón (1950, enero 5) y continuaba derrochando humanidad durante la gran inundación de Colón, en que tantos humildes y desamparados corrían serios peligros en las zonas bajas de la ciudad: se dio a la tarea de alojarlos en el Casino Español, de los comerciantes españoles pudientes de la ciudad cuyas llaves no aparecían, pero él conminó a unos soldados a romper la cerradura para albergar al pueblo. En 1948 fue nombrado Presidente del Liceo de Colón, donde había erradicado el juego desde que era tesorero, educando la decencia y creando servicios sociales para los desvalidos.

Se desarrollaba la radiodifusión en Cuba, y él había devenido un radioaficionado que realizaba trasmisiones de ondas larga y corta en su estación CO5MM, potente planta para comunicarse con otros radioaficionados cubanos y de otros países, conservada por sus familiares, que la donarían al Museo de la Revolución en La Habana, como reliquia histórica; en varias ocasiones consultó a través de su planta a enfermos graves, gratis, incluido un amigo que en Costa Rica.

REALIZADA: PUBLICADA:23/07/2012 PAG:02 EDICION UNICA FUENTE:TRABAJADORES FOTOGRAFO: OBSERVACIONES:PERSONALIDADES/MUÑOZ, MARIO

Estudioso y activo, aprendió a pilotear un pequeño avión que había comprado con la ayuda económica de su padre y licencia de piloto-aviador (1946, enero 14), y que le confiscaría la dictadura batistiana, a cuyo cuartelazo (10 de marzo de 1952) fue inmediato adversario, y su casa devino centro de conspiración donde se reunían, entre otros, Fidel Castro (quien lo visitó allí por primera vez el 23 de abril de 1952), Abel y Haydée Santamaría Cuadrado, Boris Luis Santa Coloma, Julio Reyes Cairo y Mario Martínez Arará, causa a cuya disposición quedaron desde el inicio sus conocimientos de radio trasmisión.

Integró el Comité Civil en la dirección del movimiento revolucionario naciente; era el único médico: “el Médico del Moncada”; se dice que Fidel tenía que apaciguar su impaciencia para esperar mejores condiciones. El día del asalto, para no alarmar al padre, le dijo que iba a Güines a un acto público contra Batista. Iba en el tercer carro que salió de Siboney (121 combatientes) a asaltar el cuartel Moncada, completando el grupo que encabezado por Abel Santamaría, tomaría el hospital cívico Saturnino Lora, en apoyo a la toma de la posta # 3 del Moncada. En su automóvil llevaban los discos con los himnos y marchas, y los documentos que debían usar después, cuando tomaran la estación de radio.

Durante el combate, Mario Muñoz permaneció en el hospital atendiendo a los heridos con la ayuda de las dos muchachas del grupo rebelde: Haydée Santamaría Cuadrado y Melba Hernández Rodríguez del Rey, ambas villareñas; tomado el hospital, fue al Cuerpo de Guardia para buscar los implementos necesarios, atender a los heridos y crear las condiciones para cumplir su misión. Recorrían todas las salas del hospital y las áreas de combate, sobre todo en las zonas donde combatió Abel; comenzó atendiendo al asaltante habanero Julio Trigo López, no por herida alguna sino por hemoptisis desde la noche antes, por lo que dado de baja de la acción fue a consulta sin saber que sus compañeros estaban allí, y se incorporó al combate hasta ser asesinado. Otro combatiente atendido fue uno de los hermanos Matheu Orihuela, herido en la cabeza en el vestíbulo del hospital. Pero también atendía a los enfermos ingresados, nerviosos por el combate imprevisto en que estaban, y les explicaba la causa.

Cuando ya se veían perdidos, Mario se quitó el bolsillo donde tenía impreso su nombre para disfrazarse como pacientes ingresados, y el Dr. Chamat le aconsejó que no debía hacerlo, pues esa identificación podría salvarle la vida. Las enfermeras le pusieron un esparadrapo con el nombre Doctor Muñoz, pero delatados, se lo arrancaría uno de los soldados que lo detuvieron.

Conducido junto a ellas dos en calidad de detenidos, en el trayecto al cuartel Moncada antes de llegar a la posta 4, fue brutalmente maltratado, golpeado y asesinado por la espalda, cayendo por la acera de una calle interior del cuartel en presencia de ambas compañeras, tendido en un charco de sangre. Sin respetar su condición de médico, los soldados la emprendieron a culatazos contra él, en el propio hospital.

Melba relataría:

“A Mario lo asesinan en la callecita interior del cuartel. Mario iba a algunos metros de nosotros. Nosotros veíamos la discusión de Mario con la soldadesca y, de pronto, el tiro. Cae Mario. Entonces las dos pasamos por el lado de él nos inclinamos mucho para ver si estaba vivo todavía y si se podía hacer algo. Pero yo creo que no, yo creo que no se podía hacer nada. Yo creo que murió instantáneamente.”

Fidel Castro, en su alegato de autodefensa, lo llamó “el primer prisionero asesinado (…) que no llevaba armas ni uniforme y vestía su bata de galeno (…) hubiera atendido con la misma devoción tanto al adversario como a su amigo herido”. Su cadáver y los de otros de aquellos asaltantes, aparecieron esa tarde del 26 de julio de 1953 en los alrededores del cuartel, en una cuneta, hoy Sitio Histórico con una tarja a su memoria, a un costado de la Escuela de Estomatología en Prolongación de San Miguel entre Carretera Central y Avenida Moncada.

A petición del Dr. Enrique Castellanos, no fue arrojado a una fosa común como otros asaltantes, sino que fue conservado en frío esperando la llegada del padre y de la viuda, y ante ellos y unos pocos doctores de la ciudad, fue enterrado hacia las 11.30 de la mañana del 28 de julio en el panteón del santiaguero Gabriel Vidal Yebra, cementerio Santa Ifigenia. Catalina, la madre, nunca se recuperó mentalmente, hasta fallecer en 1964.

Los esbirros registrarían su casa y su consulta médica en la ciudad de Colón, donde le ocuparon una planta de radio; nadie sabía aún de su participación en el asalto al Moncada. Allí hoy radica el Museo Casa de los Mártires del Moncada, donde su consultorio tenía dos amplios ventanales; su nombre lo enarbolarían frentes guerrilleros y otras entidades. Conserva sus equipos de laboratorio y fisioterapia, y fue ahí donde Fidel Castro lo contactó valorando su utilidad como médico y como radioaficionado para la lucha que organizaban.

Arístides Rondón Velázquez, colaborador del Sistema Informativo de la Federación de Radioaficionados de Cuba (FRC), recordaba en su artículo Doctor Mario Muñoz: un radioaficionado excepcional (FRC, 25 de julio de 2023), que Jesús Montané Oropesa describió el 1 de julio de 1982 en el libro de visitantes al Museo, cuando acompañó a Fidel a visitarlo para encargarle “…dos plantas de radio para uso clandestino (…) cumplió la encomienda (…) y el 8 de mayo de 1952 el acto que se celebró en la escalinata de la Universidad, en memoria de Antonio Guiteras, fue trasmitido por voz desde las plantas de radio que gestionó el doctor Muñoz”.

Radio Cubana

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