SANTIAGO EN LA CULTURA CUBANA (II) José María Heredia

Octubre el mes de la cultura  cubana. Hechos y personalidades de Santiago de Cuba han marcado la cultura nacional a lo largo del tiempo, y es esta una ocasión propia para recordarlo.

‘’Templad mi lira, dádmela, que siento/ En mi alma estremecida y agitada/ Arder la inspiración…”, son los primeros versos, el tono exaltado y ardoroso de José María Heredia (1803-1839) en su Oda al Niágara. Hay una tarja en su casa natal que los contiene. Por allí pasamos los santiagueros todos los días, y es ya tan natural, que tal vez no advertimos del todo su trascendencia.

La calle Heredia adoptó su actual nombre aún en época de la colonia, un dato que habla de la pronta asunción de su figura como símbolo de patriotismo y cubanía en las generaciones de los cubanos que le sucedieron.

En un esfuerzo heroico, el joven Heredia buscó “las palmas deliciosas” que ondeaban en “las llanuras de mi ardiente patria”; mientras contemplaba el torrente del Niágara. Era la poesía venciendo a la distancia, a la frialdad del exilio.

Leonardo Padura, el célebre narrador e investigador cubano, ha dicho que Heredia se inventó la patria en una aterradora soledad.

Como toda poesía raigal, la de Heredia fue premonitoria. De la muerte del poeta al campanazo cespediano de 1868, distaban tres décadas. Sin embargo, El himno del desterrado (1825), resulta lapidario en sus versos finales: “Aunque viles traidores le sirvan/ del tirano es inútil la sana/ que no vano entre Cuba y España/ tiende inmenso sus olas el mar”.

Heredia era, en palabras de Martí,  “volcánico como sus entrañas y sereno como sus alturas(…) le sobraron alientos y la faltaron mundos”. He tenido el privilegio de estar en Toluca, México, lugar donde Heredia dejó una leyenda, en la fundación de publicaciones, poemas, instituciones. Justo desde allí, en una época tumultuosa, escribió una carta infausta a Tacón, Capitán General de la Isla de Cuba.

Quien había tenido que huir por su participación conspirativa, ahora parecía abjurar en esta misiva a la autoridad española. El regidor de los ambientes literarios de entonces, Domingo de Monte, lo motejó como “ángel caído”. José Martí no se dejó arrebatar a un cubano de valor. Supo aquilatar el momento, calibrar la humanidad del hecho, al escribir que el poeta había tenido “valor para todo menos para morir sin volver a ver a su madre y a sus palmas”.    

El santiaguero José María Heredia fue un cubano magno cuyo nombre se ha escogido con justeza para designar el teatro de los grandes estrenos en su ciudad natal, y para nombrar la placa conmemorativa que representa la máxima condecoración de la cultura en Santiago de Cuba.

Heredia es un lazo entre pasado y presente, uno de los hitos santiagueros en la cultura cubana.

Reinaldo Cedeño Pineda

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