Santiago de Cuba, 7 jul (ACN) Con una jornada dedicada a la diversidad cultural y la resistencia afrodescendiente, concluyó el Coloquio Internacional “El Caribe que nos une”, en el marco de la 44 edición del Festival del Caribe.
La jornada abrió con la conferencia “Cuba y color cubano: matices de un origen diverso”, impartida por Rolando Rensoli, presidente de la Comisión José Antonio Aponte.

El experto hizo un recorrido histórico sobre la figura de Aponte ( (La Habana, 1760 – Santiago de Cuba, 9 de abril de 1812) criollo negro, hombre libre y carpintero, que dirigió la primera conspiración de carácter nacional que registra la historia de Cuba y por la que fue ahorcado por los colonialistas españoles, así como su legado a las siguientes generaciones de revolucionarios y cubanos, y luego se refirió a los estudios que demuestran la existencia en la nación mayor de las Antillas de, al menos, 105 tonos de piel, reflejo de una diversidad física única que no define capacidades ni cualidades.
A pesar de esas diferencias visibles, los seres humanos comparten un origen común y mínimas variaciones genéticas, lo que desmonta cualquier base científica para establecer razas superiores o inferiores, manifestó.
Las verdaderas diferencias entre pueblos, según expresó, son culturales: costumbres, tradiciones e historia, por eso el programa cubano contra el racismo promueve igualdad y defensa de la identidad, recordando que el talento florece cuando hay oportunidades, no por el color de la piel.

El panel central abordó la creatividad y resistencia de las comunidades afrocolombianas, destacando su papel en la construcción de la identidad cultural caribeña y latinoamericana.
Carmen Meléndez, directora del grupo Palma Africana, de Barranquilla, Colombia, reflexionó sobre la necesidad de superar los prejuicios raciales y reconocer que lo esencial en cada ser humano no está en el color de la piel, sino en su alma, espíritu y dignidad.
Propuso dejar atrás etiquetas impuestas por una cultura dominante y abrazar la diversidad como riqueza, entendiendo que lo que realmente se necesita no es igualdad física, sino justicia y equidad para todos.
La senadora colombiana Catalina Pérez, representante campesina, compartió una reflexión espiritual y política sobre su experiencia en Santiago de Cuba, resaltando el valor de la cultura, la artesanía y la fe como fuentes de energía y resistencia.
Significó el papel de las mujeres en la transformación democrática de Colombia, la importancia de la unidad caribeña y la lucha contra la trata de personas, especialmente en defensa de las mujeres.
Desde su experiencia como campesina, denunció las carencias históricas en educación y salud, y reivindicó la lucha por la tierra y por una nación más humana, libre de modelos neoliberales y comprometida con la justicia social.
La presentación artística del grupo Palma Africana puso ritmo de cumbia al final de un encuentro marcado por el pensamiento crítico, la integración regional y el orgullo de nuestras raíces.
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