Siempre han estado ahí, los municipios, aunque de vez en cuando determinados hechos, determinados discursos, parecen redescubrírnoslos. No es casualidad que nuestro Héroe Nacional José Martí, desde el siglo diecinueve, se refiriera a los municipios como “raíz” y “sal de la Libertad”. Justamente, entre los tesoros de la red radiofónica cubana, están las emisoras municipales.
Unas veces instaladas en lugares modestos, adaptados, pequeños; y otras, construidas especialmente para esa función, las radios municipales marcan un antes y un después para la cultura de sus territorios. Su grandeza no radica en los muros, sino en su persistencia. ¿Han logrado constituirse realmente en la voz de sus comunidades? ¿El desempeño de sus profesionales y técnicos es valorado a la misma altura de otras casas radiales? ¿Geografías o pasiones?
Estas son algunas de las interrogantes que Radiaciones dirigió a destacados realizadores de casas radiales locales, establecidas a lo largo y ancho del archipiélago cubano. Hoy nos detendremos en San Antonio de los Baños, la Villa del Humor, y en la hermosa ciudad de Colón, en el territorio matancero.
“La radio municipal tiene una cualidad única”

Hernán Yglesias Villar es profesor, director de programas, locutor y guionista de Radio Ariguanabo, emisora fundada en 1971, actualmente con 18 horas de transmisión y audio real en Internet. Se inició en el medio en 1998 y su trayectoria lo ha convertido en toda una autoridad. Integró el prestigioso volumen Así suena la vida (Roque Libros, Hilversum, Holanda, 2021), un esfuerzo de saberes compartidos sobre el documental sonoro.
Desde sus programas, Hernán trata de tocar a las personas de muchas maneras. “La radio municipal, que prefiero llamar local, tiene una cualidad tal vez única: las personas la sienten como suya, como parte de su patrimonio local, como un familiar más al que quieren, al que necesitan ver todos los días. Tienen con él toda la confianza del mundo, tanto para decirle cuánto lo aman, como para criticarlo cuando creen que se equivoca, incluso en un tono elevado.»
“Yo realicé durante muchos años un programa de variedades (Esta mañana), que salía de lunes a sábado, y las personas se sentían identificadas con su música, con sus secciones. Los miembros del equipo procuramos siempre divertirnos en cada emisión, y ese era una de las características que más agradecían los oyentes, pues nos comentaban que esa alegría, muchas veces, les ʿarreglabaʾ el día.»
“Como emisora municipal es imprescindible la superación constante en las nuevas formas de consumo y producción de contenidos sonoros, así como en la teoría de la comunicación que se está manejando en estos momentos. Se necesita ir migrando desde un pensamiento radio-lineal, hacia otro disruptivo, con propuestas que incluyan también la asincronía, el audio a demanda… La radio municipal debe parecerse cada vez más a su localidad, a esas personas, a esas vidas; porque esa es la fuente de su propia existencia”.
“Un pacto de lealtad”

CMDQ, Radio Llanura de Colón, transmite 14 horas diarias y mantiene su transmisión en audio real por Internet. Fundada en 1974, esta emisora está asentada en tierra fértil, la vista se nos pierde en su planicie. Orlando Blanco García, llegó un día a esta casa de radio… y nunca más ha querido salir.
Director de programas y escritor, su nombre está ligado a muchas experiencias y a programas como la revista cultural Encuentro, el noticiero Página Vespertina y el espacio musical especializado Isla de Música. Sus conceptos parten de la forja que durante tres décadas ha significado servir a sus públicos, a su gente.
“A diferencia de las grandes cadenas internacionales o de las nacionales, con mejores recursos pero distantes; la radio local, por su naturaleza de proximidad, establece nexos más estrechos. Aunque la tecnología ha barrido los estancos geográficos, hacer y escuchar radio en un entorno limitado, mantiene incólume en este siglo XXI, aquel llamado ancestral de la oralidad alrededor de una hoguera. Las llamas de entonces frenaban a las fieras, las llamas de ahora (palabras, música, efectos y silencios), espantan la desinformación y la soledad’’.
La radio es una construcción colectiva que establece un canal constante de retroalimentación entre artistas y públicos. La radio es como un juego de espejos que aprehende la realidad circundante y la devuelve en análisis y sonidos; o al menos ese debería ser su propósito. Orlando Blanco García lo sabe bien:
“Transitar por calles similares, compartir paisajes sonoros e intercambiar a diario, cara a cara, de lo que tuvimos y ya no tenemos, de los que se van, de los migrantes irregulares que devuelven, de la añoranza por el lirismo en las composiciones de María Teresa Vera, Sindo Garay y Manuel Corona frente al diluvio imparable de ¡Qué rico mami!, ¡Qué rico papi!… renueva a diario el pacto de lealtad local a prueba de globalización y uniformidad.
“Radio Llanura de Colón, como todas las radios locales de Cuba, sobrevive en medio de las mutaciones del universo digital. Nuestra audiencia necesita escuchar cada mañana un corrido por Vicente Fernández, décimas en voz de un improvisador local, saber quiénes han nacido en el entorno o fallecido, la hora y unidad de venta de un alimento que espera con ansia, lo más inmediato en el suministro de agua, horarios de servicios que se adecuan a la veleidad eléctrica y disímiles novedades que condicionan la cotidianidad. Esa audiencia descubre los prodigios de las redes sociales, pero es fiel a Llanura”.
Radiaciones, nuestro segmento en la red de redes, continuará amplificando la visión y la memoria de los que hacen la radio desde sus territorios, en medio de no pocos avatares; pero sin rendirse porque apuestan por ese medio que no muere, se diversifica, se multiplica y renova constantemente.
Tomado de www.radiocubana.cu
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