Un beso en el aire

Por: Reinaldo Cedeño Pineda No podré leer tu último verso. Este domingo no podré. —Soy apenas una maestra, me advertías… ¿Nunca te dije que eran las décimas más hermosas del mundo? Qué paciencia. Qué carrera cuando el niño se tragó el prendedor. Qué manos para hacer un manjar con arroz y cariño. Qué magia para convertir cuatro paredes rústicas y un techo. Qué mirada para absolverlo todo. Visitas: 173

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