Todos los meses del año llueven las visitas al cementerio patrimonial Santa Ifigenia, de Santiago de Cuba, pero durante el período vacacional de julio y agosto los recorridos, sobre todo de jóvenes, son más asiduos por ese sagrado altar de la Patria, que atesora una rica historia merecedora de conocerse y admirarse.
Es comprensible la curiosidad por contemplarlo con sus propios ojos de aquellos que solo lo han visto en imágenes por la televisión y están conscientes del valioso arsenal que contiene, por eso cuando viajan a la Ciudad Héroe de la República de Cuba, tanto nacionales como foráneos, anhelan ir y caminar por un sitio de referencia entre los que cumplen esa función en el país.
Y no es para menos, el camposanto santiaguero es sagrado, imponente, con justeza está considerado un museo a cielo abierto, por sus majestuosos sepulcros de granito y mármol y por contener en gran parte de ellos las últimas moradas de hombres y mujeres dignos de la nación caribeña.
Por tanto, el “Santa Ifigenia”, fundado en 1868, representa uno de los tantos lugares ideales para acercarse a la historia y a sus protagonistas; cada espacio de la oriental urbe remite a un pasado glorioso y cubierto de sacrificios, y convoca a la reflexión sobre lo que hoy somos y lo que seguiremos siendo en el futuro, si nos afianzamos como se debe a esas bien plantadas raíces.
La necrópolis santiaguera nunca está sola, existe una guardia de honor que la custodia permanentemente, mientras en la memoria colectiva el 10 de octubre de 2017 se evoca como un día sin precedentes, ya que al conmemorarse el aniversario 149 del inicio de la Guerra de Independencia, se unieron en fila de combate desde la inmortalidad, los forjadores de la nación cubana.
En el área central patrimonial donde se hallan el Mausoleo con los restos del Héroe Nacional José Martí desde 1951, y el monolito que guarda las cenizas del líder de la Revolución Fidel Castro desde 2016, se colocaron los restos del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, y de la Madre de todos los cubanos, Mariana Grajales, en las mismas tumbas en las que antes descansaban en el área interior del camposanto.
Se asegura que más de un sitio de Cuba dio su aporte para este empeño: del municipio especial Isla de la Juventud fue traído el mármol gris de los pasillos que conducen al visitante hacia las tumbas; de Indio Hatuey, en Matanzas, vinieron el césped y los árboles maderables que, en representación de cubanía, embellecen el área verde que abraza el área patrimonial central.
Al explicar cómo nace esa idea,el arquitecto Omar López Rodríguez, director de la Oficina del Conservador de la ciudad de Santiago de Cuba, señala que “al ubicarse el monolito con las cenizas de Fidel por delante del mausoleo a Martí, en el lado derecho, nos hizo pensar a muchos que allí estaban el iniciador de la Guerra de 1895, y a la vez Fidel, iniciador de la etapa de lucha revolucionaria del pueblo cubano a partir de 1953.
“En el área interior del cementerio estaba el mausoleo de Céspedes, iniciador de la Guerra de 1868, pero la ceremonia de guardia de honor en tributo a Martí y a Fidel era imposible hacerla para Céspedes por la ubicación de su tumba, y se consideró entonces oportuno pensar en un frente patriótico que contribuyera a entender la historia”, comentó López Rodríguez.
“Así estarían el Padre de la Patria, el iniciador de la gesta independentista, y sus dos grandes continuadores, Martí y Fidel, lo cual confirma la idea que el Comandante en Jefe subrayó en varias ocasiones, que la Revolución cubana es una sola desde Céspedes hasta nuestros días”, recalcó.
Agregó que esta propuesta se planteó a la máxima dirección del país y cuando se analizó, se creyó oportuno que junto a ellos, a la vanguardia de esa gran legión de honor que atesora el cementerio, estuviera también la Madre de los Maceo, Mariana Grajales.
En la Cuna de la Revolución cubana abundan los museos y sitios para acercarse a nuestras raíces, pero el cementerio patrimonial Santa Ifigeniaes un lugar especial cuyo silencio casi sepulcral complementa la perfecta comprensión de la historia, lo que justifica el interés por conocerlo y que la familia aproveche el periodo estival para que sus hijos e hijas beban directamente de las esencias de la Patria.
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