Por: Reinaldo Cedeño Pineda
No sé desde cuando admiro a Elio Salas Rodríguez. Acaso lo conozco desde antes de conocerlo. Sus abrazos me confortan. Él es ahora mismo, uno de los artistas más versátiles de Santiago de Cuba. ¿No lo ha visto en el Patio del Bolero?
Su arte es aplaudido en el cabaret, el teatro, los homenajes, las peñas. Lo merece. Su versatilidad, su don de gente, constituye un verdadero regalo.
Instructor de Arte en la especialidad de teatro y Licenciado en Estudios Socioculturales, su afán de conocimiento es su brújula. Por eso cursa estudios de actuación de la Universidad de las Artes, en su capítulo santiaguero, y la maestría en Desarrollo Cultural Comunitario en la Universidad de Oriente.
Ahora, en este necesario aislamiento social, el escenario se ha cerrado; pero la creación sigue. Por suerte, tiene cerca a personas que le impulsan, que le sostienen.
“Uno está hecho al mundo del espectáculo, de las variedades, a exteriorizar lo que siente. Me estoy adaptando a este nuevo escenario que es la casa, y me mantengo leyendo muchísimo. De hecho he podido detenerme y redescubrir obras de Will Cuppy, Eduardo Galeano, Dulce María Loynaz, Natalia Bolívar…”
Aunque, como muchos, también dedica un tiempo a ver algún programa de televisión, a las redes sociales, a las imprescindibles tareas del hogar, Elio Salas sabe aquilatar las horas.
“Estoy tomando todo este tiempo como un taller de creación, para aprenderme nuevos poemas, para tocar su sentido, y luego hacerlos en el teatro. Y también para acercarme más a nuestro folclor, para estudiar; pues así me lo exigen la maestría que curso, las clases de actuación, la vida”.
Y puedo verlo, dialogando consigo mismo, ensayando el gesto, con la alegría en ristre. A Elio Salas, un artista que levanta el escenario de sus manos.
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