Santiago de Cuba, proa y aliento de la cultura cubana

Estamos en plena jornada de la cultura cubana y Santiago de Cuba es proa y aliento de la cultura cubana

 Aquí nació en el siglo dieciséis, Miguel Velázquez, primer músico notable de la Isla. La ciudad atesora desde fechas tan tempranas como 1610, el Santo Ecce Homo, óleo sobre madera, considerada la obra pictórica más antigua en Cuba. Tadeo Chirino, se inscribe como pionero de las artes plásticas.

El siglo dieciocho está marcado por la creación del Seminario San Basilio Magno, la Sociedad Económica de Amigos del País y la imprenta con Matías Alqueza. Entretanto, Esteban Salas convierte la capilla de música de la Catedral en “un verdadero conservatorio”, al decir de Alejo Carpentier.

El erudito Manuel María Pérez y Ramírez y el poeta Manuel Justo de Rubalcava, dejan su huella en las letras, a caballo entre el siglo dieciocho y el decimonónico. Este último es el autor de Silva Cubana, aquella composición que marca la diferencia entre lo peninsular y lo criollo:  “Más suave que la pera / en Cuba es la gratísima guayaba”.

La poesía sabe marcar lo cubano, tal como lo hizo José María Heredia, el primer poeta de América, al decir de Martí  Desde el destierro, José María Heredia hace flotar en sus versos una patria que habría que arrancar todavía al coloniaje español.

Emilio Bacardí Moreau, asoma como una personalidad múltiple: patriota, empresario, escritor, político, benefactor… De él conmemoramos justamente el centenario de su natalicio. Desarrolló una intensa labor social, incluida la creación del primer museo público de Cuba.

Santiago, para encontrarte, habrá que bajar por la larga escalinata del Cabildo Teatral Santiago, habrá que sentir los golpes del catá de la Tumba Francesa La Caridad de Oriente, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad… Habrá que abrir la novela Bertillón 166, de José Soler Puig, para encontrar la ciudad indoblegable y clandestina.

Santiago de Cuba es la lírica de Luisa Pérez de Zambrana, José Manuel Poveda, César López, Jesús Cos Causse y Teresa Melo. Y también el amarillo, los azules profundos, las callejas pintadas, el trazo inusitado de Antonio Ferrer Cabello, Miguel Ángel Botalín, José Loreto Horruitiner y Carlos René Aguilera.

Santiago de Cuba es, por supuesto, la voz de Luis Carbonell. La estatua ecuestre del Titán de Alberto Lescay. La magia radial de  Félix B. Caignet, Antonio Lloga y Marcia Castellanos. Y la estirpe de fundadores de la Universidad de Oriente, Tele Rebelde, la Editorial Oriente y los Estudios Siboney de la Egrem, instituciones capitales para la cultura en suelo oriental.

No os asombréis de nada. De nada… Subo y bajo las calles empinadas, canto con ellos. Pero, Santiago de Cuba, la ciudad con nombre de Apóstol, con apellido de país, no es un nombre, es un espíritu. Es su sol, su ritmo, su gente que no se rinde jamás.

Y es música por antonomasia. Cuna del bolero, ventana abierta a las guitarras. artesa donde el son halló aliento para expandirse por el mundo, carnaval. Ciudad donde vieron la luz Pepe Sánchez y Sindo, Matamoros y Ñico Saquito, Compay Segundo y Chepín, y naturalmente, Eliades Ochoa y Electo Silva, Ibrahim Ferrer y Fernando Álvarez, Rodulfo Vaillant, la Lupe, el Septeto santiaguero,,,  

(Imagen: Internet)

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