Una RADIO, mil HISTORIAS (VII) De cómo se fundó un noticiero… y una insólita historia (+audio)

El 2 de febrero de 2001 es una fecha para enmarcar en Radio Siboney. Ese día, iniciando la tarde, nuestra casa de radio estrenó el primer noticiario de su historia. ENTREARTE fue (es) su nombre,  sugerencia del colaborador Francis  Castillo, por el verso martiano de “arte soy entre las artes”.

Quizás era entonces la única integrante del sistema radial cubano que no tenía una emisión informativa regular.  Aquellos diez minutos iniciales, redimensionaron su programación, le subieron una escala.

La tormenta de ideas comenzó en los estudios y terminó en casa de Lucía Dalis. Ella sería la directora: nadie mejor. Y comenzó el espacio a imaginarse desde el  diseño sonoro, los cortes, la presentación de los diferentes segmentos; desde la estructura del guión, la presentación, la despedida..

Ningún miembro del equipo se había enfrentado jamás a un noticiero. Hubo que acostumbrarse, los realizadores y los oyentes. Era una ruptura.

 ¡¿Un noticiero en Siboney?!…

Al recién llegado que era yo, le tocó despejar  las dudas. La redacción y los reportes en solitario, en exclusiva. Fue una experiencia retadora que debí mantener en solitario durante mis primeros años.

 Las locutoras Kenia María González y Zulima Nicolau se convirtieron en las “voces instrumentales de la noticia”. Ellas se estrenaban en el ritmo de una información, el tempo de una crónica, el remarque de los titulares.

UNA INSÓLITA HISTORIA

En una de las primeras emisiones de ENTREARTE ocurrió un hecho, una mera coincidencia, o eso parecía. Y no hubiera pasado de ahí, no hubiera dejado rastro alguno en la memoria, si no se hubiese repetido como un calco al carbón.

Vamos, que una vez, bien;  pero dos… era todo un exceso.

Os voy a contar.

Una de las informaciones rendía homenaje a un afamado músico santiaguero que había recorrido medio mundo, a un verdadero showman, fallecido el 20 de febrero de 2001. Recuerdo que la nota comenzaba así: “La trompeta de Pepín Vaillant tocó por última vez…”. Y a continuación se dejaba escuchar a fondo unos acordes del instrumento.

El showman Pepín Vaillant / Tomado de http://www.desmemoriados.com

Pues bien, no más sonar aquello, como si hubiera sido un efecto largamente ensayado, en el segundo exacto, sobrevino una interrupción de la corriente. Las locutoras se miraron….

―¡Caramba, Pepín, qué fuerza!… soltó alguien.

No reparé demasiado, entonces. Al fin y al cabo, la ausencia temporal del fluido eléctrico no era algo raro entonces. Ni lo es ahora.

Lo que sí me erizó fue el bis, el remarke, la copia. En la próxima edición convertí la información en una crónica. Aquel personaje era un grande y nos tocaba insistir, dedicarle unas palabras.

Todo marchaba perfecto hasta que comenzó el radial tributo. El inicio era similar: “La trompeta de Pepín Vaillant tocó por última vez…”. No más haber completado la frase, ahí mismo, sobrevino primero un bajón de voltaje y luego… todo se apagó.

Otra vez.

Las locutoras salieron presurosas de la cabina. Son momentos en los que hay que protegerse, sacudirse, despegarse… por si acaso.

En la próxima edición evité toda referencia musical, cualquier subrayado,  ningún nombre…  no fuera a ser que lo insólito se estuviera volviendo una costumbre entre nosotros.

● ESCUCHA la historia en versión radial:

(Imagen de portada: Preparación actual del noticiero ENTRARTE con las locutoras Taiyana Garbey y Beatriz Arocha y el realizador de sonidos, Juan Antonio Cornejo. Foto cortesía Zulima Nicolau, directora del espacio)

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