Por: Reinaldo Cedeño Pineda
Cultura no es sinónimo de teatro, de alguna actividad festiva. Ahora que los tiempos no recomiendan tomar un puesto en las butacas, la cultura sigue, porque no vamos a ella, vivimos dentro de ella.
Músicos, teatristas, poetas, comunicadores, pintores, actores… siguen aportando iniciativas desde sus campos creativos, a través de las redes sociales, diversas plataformas digitales como streaming, o con un simple camarita. Al fin y al cabo, las nuevas tecnologías son parte inseparable de nuestra cultura contemporánea.
El trovador Eduardo Sosa nos regaló todo un concierto desde su propia casa, con el apoyo del portal de la radio cubana. Buena Fe dedicó un hermoso tema (“Valientes”) a la brigada médica cubana en Italia. El grupo creativo Piel Adentro propone compartir abrazos virtuales en la red, mientras el caricaturista Román Emilio Pérez López (“Chicho”), ha puesto a circular su caricatura Fuerza Cuba.
El poeta Ronel González en su muro de Facebook llama a la unidad, a través de la décima: “Como mundial paradoja, /entre mil porqués y cómos, / subraya un virus que somos / más frágiles que una hoja. / La imbecilidad que aherroja / ironiza en primer plano. / Hay que borrar, de antemano, / cismas, y obtener la unión, /para impedir la extinción /global del género humano”.
Desde el arte culinario y la oralidad
Desde los Países Bajos, un cubanazo, un maestro de radialistas que tantas veces nos ha emocionado con sus libros y documentales, Juan Carlos Roque García, ha ideado una manera de romper el aislamiento, a través de encuentros virtuales con amigos y familares, desde el arte culinario y la conversada, una de las formas más íntimas de la oralidad. Así, como nos cuenta en exclusiva:
“Esta idea se me ocurrió pensando en que ya llevamos catorce días de cuarentena aquí, sin la posibilidad de compartir la mesa con amigos cercanos, como suele ocurrir cada semana. Pensé también que, como están las cosas, ya no podremos visitar a nuestro hijo próximamente, como habíamos planificado… así que para romper un poco esa cuarentena, se me ocurrió proponerles hacer una cena virtual, y como mi nuera Araceli y mi hijo Juan son tan entusiastas, me tomaron la palabra con la condición de que cocinaramos lo mismo.
“La familia tiene que estar unida, siempre lo hemos tenido claro. Para acortar la distancia de 6628 kilómetros que se interponen, hoy nos fuimos a cenar con ellos en Chicago, y ellos vinieron a Hilversum… a través de la pantalla. Fue curioso como ambas mesas tenían hasta los mismos colores de la ensalada. Hablamos de tema variopintos, reímos, en fin fue muy divertido, tanto que seguiremos haciéndolo. De veras que los sentimientos afloran a flor de piel cuando pasan cosas tan sencillas como esta, que nos hacen más humanos, más familiares”.
“¿Quién se suma? ¿Quién me sigue?”, pregunta Juan Carlos, regalando generosamente su iniciativa al mundo, como una forma de fortalecer el espíritu en tiempos de coronavirus.
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