Un niño quiere llevarse a su abuela consigo y no entiende de adultas razones, no quiere entender, no puede. Se desespera cuando lo engañan. Ya adulto, evoca ese tiempo, con esa sensación de volverlo a vivir, con esa responsabilidad de la memoria, con esa “memoria inconsolable” de la que habló alguna vez Marguerite Duras.
De eso trata esta crónica, que cuenta con la edición de lujo de Juan Carlos Roque García. También destaca el papel de las tías en la construcción de los afectos. Aquí está LOS ADULTOS NADA SABEN que ha tomado prestada como imagen un fotograma a El Chicuelo…
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