Por: Pascual Díaz Fernández (Colaborador de Radio Siboney)
Su presencia fue amplia, por lo que resultó largamente felicitada. Bailaron en la sala polifuncional El Quijote, en la zona residencial de la Avenida Garzón; en el Parque Céspedes, en el centro histórico de la ciudad; y, en la comunidad montañosa cafetalera de Comecará, a tres horas de la capital provincial. José Pascual Varona, reconocido actor y director de escena les llamó los héroes de Comecará, porque se impusieron a las dificultades y ofrecieron su arte a los entusiasmados campesinos, que les retribuyeron con sostenidos aplausos. Estuvieron en el Complejo Cultural Rogelio Meneses Benítez, del populoso Distrito José Martí, donde también actuaron, y participaron activamente en el Taller de Danza y Percusión del Caribe, que auspician, de manera conjunta, la Casa del Caribe y, el Consejo de las Artes Escénicas. Cerraron sus actuaciones con su participación espectacular en el Desfile de Clausura y La Quema del Diablo.
Este año trajeron al Festival Última parada: Macondo. Cien años danzando, en clara alusión a la novela del también colombiano, Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez. Como sugiere el título, la dramaturgia de la puesta en escena transita por dos planos: el de la novela, con una pertinente selección de los personajes; y, el de la danza, con una no menos cuidadosa tipificación de bailes tradicionales y populares de las diferentes zonas geográficas y sociales del país. Vistos, grosso modo, se pueden apreciar, varios momentos importantes de la historia de Colombia. Ellos escenifican, danzando, los momentos fundacionales de la colonia, las guerras de independencia, la injerencia económica estadounidense, así como el estado de corrupción y violencia que signan la situación actual.
Los jóvenes artistas no danzan; se expresan a través de la danza. O dicho de otro modo, trabajan la danza con intencionalidad teatral. Aportan gracia y sensualidad, dinamismo trepidante y ritmo, que no decaen jamás, sin que deje de haber ironía y teatralidad. Se añade un amplio colorido en el vestuario, que aporta belleza en la imagen visual. Acuden a diversos juegos teatrales en el que participan personajes como el coronel Aureliano Buendía, Fernanda del Carpio y Remedios, la Bella, entre otros. De igual modo, en sorprendente muestra de versatilidad, cantan y producen ritmos corporales, además de bailar y actuar. Las coreografías recrean, en algunos casos, y estilizan, en otros, las danzas del folclor colombiano, así como incorporan, de manera intertextual, elementos tomados de la novela, tales como la presencia de la radio. La excelente labor coreográfica y de dirección artística general de Adalberto Avendaño Valencia es el resultado de un proceso de investigación, asimilación y creación de lo mejor de la cultura danzaria colombiana. Cristian Robles como dramaturgista ha trabajado, de manera atrevida, los códigos danzarios y literarios; y se ha impuesto con ideas novedosas.
Ellos han reconocido a la danza como instrumento crítico de reconocimiento cultural. Su propuesta es folclórica y contemporánea. Asumen su espiritualidad en el movimiento. Poseen un alto sentido de su compromiso social. Crean la imagen de una nación, que se construye, paso a paso, signada por la voluntad de vivir y de vivir en paz y justicia. Más allá del espectáculo, que se agradece, dejan la impresión de una juventud valerosa que está convencida de que el arte contribuye a la transformación de los seres humanos.
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