Fue una tarde frente al mar Caribe. El destino me reservó esa tarde de 1996. Santiago Álvarez Román (1919-1998) había acabado de llegar de Marsella, donde sus documentales habían sido recibidos como acabados de hacer. Es la perpetua frescura de una obra que captó la memoria de su tiempo.
Me extendió un libro del brasileño Amir Labaki sobre su obra y a modo de autógrafo me estampó de su puño y letra: ¡Viva el cine documental! Ese fue su credo. Al lado, Lázara Herrera, su compañera, su báculo, su memoria auxiliar. La crónica de hoy ―con la mano maestra de Jailer Cañizares en la musicalización―, revisita aquel encuentro…
Últimas entradas de Reinaldo Cedeño Pineda (ver todo)
- Yorisel Andino y las rupturas del canon musical - 11 abril, 2025
- NOEL BONILLA: La palabra que danza - 11 abril, 2025
- Osmar Oliva: Del eminente profesor Francisco Ibarra y su aporte martiano - 7 abril, 2025
Visitas: 522