Clima y estado del tiempo: componentes del patrimonio cultural cubano

Por: Lidiuska Cardero Dieguez

Santiago de Cuba, junio 29.- La notable influencia del clima sobre la cultura, el temperamento y las costumbres de los cubanos es un hecho demostrado. Las peculiarides del tiempo atmosférico y del clima  de la isla han sido evaluadas y estudiadas bajo diferentes puntos de vista: el ciudadano común, el científico, el poeta y el narrador, el cronista y el viajero, quienes han dejado testimonio de sus impresiones sobre el tema  a lo largo de medio milenio de memoria histórica, pasando a formar parte de nuestro patrimonio cultural.

Pero qué diferencia a estos términos que en reiteradas ocasiones son usados por igual. Tiempo: es el estado de la atmósfera en un lugar y momento determinados, cuyos elementos-temperatura, lluvia, dirección y velocidad del viento, humedad y otros, pueden cambiar su valor rápidamente, a veces en pocos minutos.

Clima: se define como el comportamiento promedio de aquellos mismos elementos, pero medidos y evaluados durante un largo periodo de tiempo, generalmente mayor de 30 años.

Primeras reseñas:

Foto del ciclón del 26: Esta foto recorrió el mundo entero, como prueba de la intensidad de los vientos, la imagen mostraba, en el castigado punto sureño de Surgidero de Batabanó, a una palma atravesada por un tablón. Inspirándose en la catástrofe tremenda, el trovador Sindo Garay compuso la pieza “El huracán y la palma”.

El Diario de Navegación de Cristóbal Colón (1451-1506) ha sido citado en varias antologías y cronologías como punto de partida en relación con la historia de Cuba, ello se debe entre otras razones, a la agudeza del Almirante como observador y a su valor como relator de los singulares acontecimientos de los cuales fue protagonista.

El gran marino genovés   y su expedición arribaron al Nuevo Mundo gracias a una sorprendente inteligencia, valor y mucho atribuyen que a suerte, pues vale considerar que partieron de España el 3 de agosto de 1492 y llegaron a la América insular en la segunda decena de octubre. En términos meteorológicos equivale a que Colón realizó su travesía al tiempo que transcurrían los 3 meses más peligrosos de la temporada ciclónica. Su flotilla se mantuvo navegando en pleno Océano Atlántico durante todo el mes de septiembre, el más activo de la temporada y período en el cual las trayectorias de la mayor parte de los ciclones tropicales se orientan aproximadamente de este a oeste, en sentido idéntico al derrotero de la expedición.

Otro ejemplo de las primeras descripciones del clima en la isla: el obispo Pedro Agustín  Morell de Santa Cruz y Lara (1694-1768) escribió Historia de la Isla y Catedral de Cuba entre 1754 y 1761, según la opinión del historiador Francisco de Paula Coronado que a su vez recoge el criterio de Domingo del Monte. Morell, quien realizó un extenso periplo por las parroquias de la isla, incluye una caracterización del clima de Santiago de Cuba.

Así demuestra en este escrito acerca del régimen diurno de las brisas marinas:

A la orilla oriental de esta bahía en distancia de dos leguas de su boca, se plantó la villa de Santiago (…) porque lo cálido del clima en verano se templa con la frescura de la noche. De día también se mitiga con la brisa, viento regional que de ordinario comienza a soplar a las diez de la mañana, y cae a las cuatro de la tarde. (…) porque a las cualidades de cálido y seco, se añade la circunstancia de hallarse en una elevación pendiente, adonde los vientos la bañan con libertad y provecho (Morell, 1929).

Con el paso del tiempo, otros cosmógrafos, viajeros y naturalistas llegaron a nuestro archipiélago procedente de las más diversas partes del mundo, y casi todos dejaron escritas sus impresiones sobre el clima de Cuba. Comenzó así la etapa de los estudios meteorológicos climatológicos.

Religiosidad y fe.

La interpretación de los fenómenos meteorológicos y sus causas y características, han conformado una parte no pequeña y peculiar del folklore y la cultura popular. A continuación una selección de las ideas que antiguamente prevalecían en la población cubana en relación con el imponente aparato de una tormenta eléctrica. Algunas han desaparecido con el paso de los años, otras subsisten en la actualidad en su forma original o modificada de alguna manera.

-Una suposición de las más remotas hacía creer a nuestros bisabuelos que durante una tempestad de rayos era peligroso acercarse a un perro, pues estos animales “llevan electricidad en el rabo”. De la misma manera, consideraban que al producirse una tormenta eléctrica “debían cubrirse los espejos de la casa con un paño, pues los espejos llaman a los rayos”.

-“Debe esperarse a que pase la tormenta para ingerir alimentos”, rezaba una norma de conducta. Esta última recomendación no se adecua al caso de los ciclones, pues estos meteoros eran recibidos tiempo atrás con verdaderas fiestas. Es típico el caso del huracán del 20 de octubre de 1926, para el cual algunos habaneros excéntricos organizaron cenas especiales en honor del fenómeno, mientras otros programaron paseos que fueron abruptamente interrumpidos cuando los vientos alcanzaron y aún superaron los 190km/h.

-Un entretenimiento que guarda relación con nuestro clima y con el viento en particular- es el papalote, conocido en otras latitudes como el juego de la cometa. Este juego no ha desaparecido en Cuba de manera total, aunque no tiene el carácter masivo de años atrás.

-Después de una tormenta eléctrica hay que mencionar el movimiento que se desata en el vecindario para recoger granizos. Los cuales son recogidos y observados por grandes y chicos.

-En las religiones afrocubanas, las figuras mayores recibieron entre sus respectivos dones o aché, el poder de controlar o utilizar los meteoros. De esa forma, por ejemplo, se presenta a Ikú como deidad asociada a las inundaciones, a Shangó como dueño del rayo, a Oyá de las centellas, y otros con similar connotación.

 Clima, tiempo y rimas

El clima tropical fascinó a los europeos y transmitió su fuerza explosiva al carácter de los criollos. Poetas y compositores autóctonos o forasteros, escribieron sobre el clima de Cuba o utilizaron el símil de los fenómenos meteorológicos para reseñar diversos acontecimientos con el uso de las metáforas y demás recursos.

Silvestre de Balboa autor del poema Espejo de Paciencia (1608), punto de partida para la literatura cubana, compara el estado del tiempo con el impetuoso trance:

Embravecióse el mar en aquel punto

Como sentido de la humana afrenta

Y con el viento hizo contrapunto

Tan triste como suele en gran tormenta… (Ibídem)

-El uso del símil meteorológico aparece en la obra de José Martí (1853-1895).  En ellos, la pluma magistral del Apóstol compara las ondulantes filas de esclavos que desembarcan, con el rayo que brota de las nubes, el andar de los negros con la fuerza del viento, y el dolor y el llanto de una madre con el gemido del viento durante la tempestad:

El rayo surca sangriento,

El lóbrego nubarrón,

Echa el barco, ciento a ciento,

Los negros por el portón.

El viento fiero, quebraba

Los almácigos copudos,

Andaba la hilera, andaba,

De los esclavos desnudos

El temporal sacudía

Los barracones henchidos,

Una madre con su cría

Pasaba, dando alaridos…

-En las páginas del Diario de Campaña, Martí recoge elementos del estado del tiempo imperante en su recorrido desde Cabo Haitiano hasta Dos Ríos, con los cuales enriquece el valor testimonial del documento.

El día primero escribe: “El Sol brilla sobre la lluvia fresca, las naranjas cuelgan de sus árboles ligeras, yerba alta cubre el suelo húmedo”. Una semana después, el día 7, anota fugazmente “lluvia recia”.

Refranes en el tiempo:

Al folklore meteorológico cubano pertenece un conjunto de  refranes que sintetizan la experiencia de estos eventos. Algunos de ellos llegaron en barco con los emigrantes procedentes de Europa, primordialmente de España. Otros nacieron y crecieron en nuestra tierra.

-Año de ciclones, años de bendiciones: frase que alude a los beneficios que produce el paso de un organismo ciclónico en relación con el incremento de las lluvias.

-Cielo empedrado, suelo mojado: refrán de incuestionable antigüedad, que se refiere a que tras ser observadas las nubes del tipo cúmulos, portadoras de lluvia y semejantes a grandes piedras en el cielo, se desencadenará el chubasco o la tormenta.

-Sur duro, norte seguro: sentencia que demuestra que después de soplar persistentemente el viento del sur se producirá la entrada de un frente frío. Años atrás los frentes fríos denominados “nortes”, y luego “olas frías.

-Viento del sur, agua segura: asevera que el flujo procedente del Mar Caribe, cargado de humedad, no tardará en causar lluvias al chocar con las montañas del Grupo de Guamuhaya.

-Siempre que llueve, escampa: frase que sugiere optimismo ante una dificultad.

-En abril, aguas mil, todas caben en un barril: refrán dirigido a señalar que las lluvias de primavera, aunque frecuentes, sólo se reducirían a ligeras lloviznas o chubascos que no representan cantidad significativa.

Así, el patrimonio meteorológico y climatológico cubano  han caracterizado la vida, hábitos y costumbres de los habitantes de esta isla. En La Habana, una nueva propuesta de la Oficina del Historiador de la Ciudad propone un viaje de ida y vuelta al pasado con el Museo Observatorio del Colegio de Belén, inaugurado por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH), donde se expone al público la historia de la meteorología cubana. Este en el mismo lugar donde el padre Benito Viñes Martorell redactara, el 11 de septiembre de 1875, el primer aviso de ciclón tropical documentado en la historia de la Meteorología. Con esta propuesta se comunica y preserva el patrimonio que específicamente, durante los meses de junio a noviembre, pone alerta a quienes habitamos esta geografía caribeña.

 

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