Nené Manfugás o el primer sonero de Cuba

En las últimas semanas, por los diferentes medios masivos del país se ha hablando reiteradamente del son, a partir de la propuesta formulada por Adalberto Álvarez, consistente en que se declare el 8 de mayo como Día Nacional del género, por ser la fecha en que en 1894 vino al mundo en el barrio santiaguero de Los Hoyos el gran Miguel Matamoros.

La iniciativa de Adalberto ha tenido tal resonancia, que hasta en las redes sociales más de mil mensajes enviados desde los diferentes puntos del orbe respondieron a favor de la solicitud.

En medio de esa atmósfera, vino a mi mente la siguiente reflexión: Al hablarse del ritmo se mencionan varios nombres como sus cultivadores importantes, sin embargo nadie se acuerda de quien para mí es una de las figuras cimeras en la historia del son: Nené Manfugás. Y ¿quién fue esta figura tan sobresaliente en el universo sonero?

Nené fue un músico guantanamero, descendiente de haitianos y nacido a mediados del siglo XIX, al que se atribuye haber introducido este ritmo en los ambientes urbanos, traído desde las zonas rurales en época finisecular y principios del siglo XX.

Manfugás era una especie de juglar que se movía por los montes intrincados,  desde Baracoa hasta Santiago de Cuba; de naturaleza bohemia y aventurera, paseaba por esos caminos su canto a base de estribillos, acompañándose con un instrumento rústico derivado de la guitarra. Ese instrumento era una suerte del tres actual.  

El instrumento con el que se acompañaba Nené Manfugás finalmente terminó en el famoso “tres”, especial para el son y la música campesina cubana

En las zonas antes mencionas, el trovador se popularizó al igual que su ritmo, y su presencia nunca faltó en las fiestas habituales en ese entorno montuno.

Se dice que en los carnavales santiagueros de 1892, la participación de Manfugás y su novedoso ritmo causaron una auténtica ´explosión´ de popularidad, que vino a consolidar el auge del son.

En aquel tiempo, los trovadores santiagueros, otros músicos, y agrupaciones existentes incorporaron el género en sus repertorios. Y fue tal el alcance del ritmo, que indiscutiblemente -al ser tan abarcador y generalizado- la ciudad se erigió como cuna del son.

El empuje del ritmo a principios del siglo XX (1909), invade la Habana por diferentes vías, a saber: algunos que viajaban a la Capital o iban de visita, aunque también existe la versión de que soldados músicos del Ejército Permanente, al ser trasladados hacia aquella ciudad, igualmente contribuyeron con la difusión del género; y no se pueden olvidar las frecuentes incursiones de Nené Manfugás por la gran urbe.

Lo cierto es que el nombre de ese guantanamero, no debe estar ausente nunca cuando se aborde la historia del surgimiento y consolidación del son. Y es que a Manfugás le debemos el legado del ritmo y el uso más generalizado del tres, un instrumento imprescindible en el movimiento sonero.

Tomado de: Periódico Sierra Maestra

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