¿PELUQUERO O ESTILISTA? Esa es la cuestión

Por: Vladimir Martínez Savón*

Durante mi trayectoria de veintitrés años como peluquero, siempre he escuchado el término Estilista. Así me han llamado en ocasiones. Constantemente se plantea: ¡el gran estilista fulano o el tremendo estelista mengano! Y desde siempre me ha asaltado la duda, y ese investigador escondido que vive en mí, de vez en cuando brota…

Un estilista es un profesional que se dedica a asesorar sobre la vestimenta, el peinado y, en general, la imagen y estética de sus clientes. Normalmente toma como guía la moda o tendencias del momento.

El concepto anterior es el que mayoritariamente los individuos tienen instaurados o manejan, y a partir de ahí comienza la contradicción pues, se puede ser buen peluquero y no dominar las tendencias del momento y de la moda. Para esto se requiere de un constante acercamiento a los medios de comunicación y publicaciones, videos clips, espectáculos competitivos de participación, desfiles de moda en temporadas, etcétera.

Sin embargo, el término estilismo es más antiguo de lo que parece, pues tuvo su origen en la Historia del Arte durante el Bajo Renacimiento, en un momento de transformación, evolución y consolidación de las Artes Plásticas conocido como manierismo; aclarando que el término manierismo, aun se acuña en el gremio de los pintores, tanto como estilista en el de los peluqueros, por ende, se impone la pregunta ¿Qué es el Manierismo?

“El origen del término “manierista” proviene del uso de la palabra italiana maniera en ciertos escritores del siglo XVI, como Giorgio Vasari (Le vite de’ piú eccellenti architetti, pittori, et scultori italiani, da Cimabue insino a’ tempi nostri, 1550 y 1568), para quien significa “personalidad artística“, es decir “estilo” en el más amplio sentido de la palabra, entre otras diversas acepciones “en la teoría de Vasari, el concepto que representa el elemento individual del arte es la maniera“; representando áreas estilísticas y fases temporales (la maniera greca -“manera griega”), la pintura de influencia bizantina-, la maniera vecchia -“manera vieja”- y la terza maniera che noi vogliamo chiamare la moderna -“tercera manera que queremos llamar la moderna”-). Por último, se calificó de manieristi (“manieristas”) a los artistas contemporáneos de Vasari, que pintaban alla maniera di… (“a la manera de…”), es decir, siguiendo la línea de Leonardo (maniera leonardesca -los leonardeschi-), Rafael (maniera rafaelesca) o Miguel Ángel (maniera michelangelesca o maniera grande), pero manteniendo, en principio, una clara personalidad artística” (1)

Si observamos se puede resumir que manierismo es “personalidad artística”, es decir “estilo”. Por lo tanto, el término ya estuvo acuñado hace cinco siglos. Ahora solo nos queda llegar a un consenso.

El autor del artículo junto a Zenón Vizarro San Miguel, dos generaciones de artistas de la belleza

Un peluquero, barbero o maquillista se forma bajo el rigor del uso de la adecuada técnica, en el caso de los peluqueros y barberos, en la técnica de corte. Ahí está la esencia del artesano, pues no perdamos de vista que el peluquero es un artesano al trabajar con el pelo, que no es más que una fibra, a la cual se le da forma. Siendo así, el peluquero realiza un corte de cabello de una línea determinada a un individuo.

El corte en sí mismo puede ser perfecto al cumplir con todos los pasos simétricos, mas aquí pueden surgir otras interrogantes: ¿Es un corte estéticamente adecuado para el individuo? ¿Las líneas del corte van de conjunto con las líneas del rostro?

Conozco una señora que se siente orgullosa de cortarse el cabello con la misma peluquera desde hace años: un corte de línea cuadrado con cerquillo sobre un rostro triangular de pómulos prominentes… Cuando tenemos un poco de percepción, nos damos cuenta que el corte está bien elaborado, pero no le va bien a su rostro, pues la línea del corte acentúa aún más sus pómulos.

La habilidad del estilista radica en apropiarse de las líneas de deseo trazadas por la moda, que de manera fría llegan a nosotros en las revistas o cualquier material visual, y saber descifrar la arquitectura del corte para poderla amplificar. Es imaginar en 3D como esa imagen que aparece en la revista, se vería en otros individuos para quien no ha sido creado. Es hacer entender que esa fotografía es un momento, donde se captó la impronta del modelo, la cual se ha retocado, y que indiscutiblemente ha quedado bien, pues de otra manera no se pudiera publicar.

Un peluquero debe obligatoriamente realizar un corte de cabello bien hecho. Se convierte en estilista cuando derrama su impronta sobre este individuo, cuando hace valer su “personalidad artística” y crea sobre el ya tradicional corte cuadrado u otro, el “estilo” ―a partir de aquí es otro reto―. Es el análisis de las líneas y las formas del rostro con las del corte, pues al decir del maestro Oscar Morriña, “las líneas hablan y juegan”

Estilismo es embellecer el corte en sí mismo ―un degrafilado, un amoldado ingenioso, mechas, tinte―, en fin es soñar sobre el tradicional corte, siempre que exista coherencia entre el cabello, el rostro y la personalidad del individuo. Es hacer valer las potencialidades intrínsecas del cabello ―pues no todos son iguales―, para que luzca, tome el volumen, la caída y la forma que definan el corte como un producto acabado, estéticamente bello y por ende eficaz.

NOTA

(1) Tomado de Wikipedia (Manierismo)

* El autor del artículo es Máster en Ciencias de Estudios Cubanos y del Caribe, Licenciado en Educación (Artes Plásticas), profesor de la Universidad de las Artes, director artístico y productor de espectáculos musicales. Técnico Medio en Servicios de Belleza y especialista en maquillaje. Autor de los títulos Rostros en la escena, máscaras útiles y bellas (Ediciones Santiago, 2007), El rostro y la escena (Editorial Oriente, 2013) y Maquillarte con arte (Editorial Oriente, 2016).

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