CMBF, hazaña y renovación

Por: Pedro de la Hoz

La Habana, 25 abr.- Fundado hace 56 años, el Conjunto Obstinado, emprendedor y perseverante, del pianista y musicólogo Orlando Martínez defendió de tal modo la necesidad de que en La Habana existiera un canal radiofónico dedicado exclusivamente a la llamada música clásica, que hace 70 años consiguió sacar al aire CMBF el 25 de abril de 1948 a las 10:00 a.m. bajo la sombrilla del circuito CMQ, a contrapelo de los intereses comerciales de aquel pujante emporio.

Las primeras horas de la naciente emisora transcurrieron bajo el signo de selecciones de óperas de Verdi, Mozart, Offenbach, Puccini y Ponchiello, piezas de Chopin y, como Martínez era un pucciniano confeso, la transmisión íntegra de Madama Butterfly.

Público agradecido había, exiguo y elitista, pero el esfuerzo valía la pena. Tanto que se vio coronado en el tiempo, sobre todo a raíz de las transformaciones revolucionarias acaecidas en el país. La CMBF que vino después y, más aún, la de los tiempos actuales, tiene en aquella el embrión pero se proyecta con ímpetus abarcadores y renovados.

Martínez, que había nacido en 1916, vivió lo suficiente para asistir a la progresiva evolución de la emisora –fungió como director hasta 1969-, ya insertada como parte de la radiodifusión de servicio público del nuevo Estado, y que de manera particular respondió, como lo ha venido haciendo hasta ahora, a las exigencias de una política cultural en cuyos principios se hallan la democratización de los bienes espirituales cubanos y universales y la defensa y promoción del patrimonio de la nación.

Los cambios más apreciables de entonces acá tienen que ver con el perfil y el alcance. Aunque el eje central sigue siendo la música de concierto, el espectro es culturalmente mucho más amplio –incluso ha posicionado, antes de la madrugada, el programa de jazz más consistente de la radio cubana- al disponer de espacios especializados en danza, teatro, literatura, cine, artes plásticas e iniciación artística, noticieros y al menos un dramatizado. Y se escucha prácticamente en todo el país las 24 horas, mientras se pone a tono con las nuevas tecnologías de la información.

Registro en mi memoria nombres que ya no están, como los de Nelson Moreno de Ayala, maestro de locutores; el periodista y crítico Juan Antonio Pola, que de colaborador entusiasta llegó a dirigir la emisora; y esa pequeña gigante, violinista y promotora, que se llamó Marujita Sánchez.

Parte del sólido fundamento cultural de CMBF se debe al prestigio intelectual y sentido de pertenencia de quienes asumen la programación. Para cualquier medio radial es un verdadero lujo contar con Ángel Vázquez Millares, quien más ha hecho entre nosotros por cultivar la pasión hacia la ópera y la zarzuela; Juan Piñera, uno de nuestros más fecundos compositores y tenaz promotor de los autores e intérpretes cubanos; y el compositor y guitarrista Luis Manuel Molina, que nos alegra las primeras horas de la mañana con joyas de la música barroca y renacentista.

Cuántos valores aportan las estampas martianas del historiador Pedro Pablo Rodríguez, los ciclos sonoros introducidos por el poeta Jorge Yglesias, las críticas de artes plásticas de Tony Fernández Seoane, las apostillas a la danza de Ismael Albelo en el programa dominical escrito por José R. Neyra, las entrevistas de Ignacio Cruz Ortega, las notas musicológicas de Laura Inclán Narbona, el fervor de Jorge Pérez Jaime por la comedia musical y la erudición jazzística de Pepe dos Santos que encuentra cauce en la cálida voz de Miriam Ramos.

Detrás de ellos, un pequeño pero esencial colectivo de directores, guionistas, periodistas, técnicos y trabajadores. Al otro lado, los oyentes, fieles y comprometidos. Ojalá estos últimos, nosotros, seamos más cada día.

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